Un pájaro bebía agua en el cauce bajo de un río. Una piedra del lecho se le quedó mirando. El simpático pájaro la saludó sacudiendo las alas. Dos plumas cayeron y fueron a acostarse al lado de la piedra. La piedra se giró y mordió una flor que arrastraba la corriente, un capullo quedó prendido en su boca. Con eso acicaló las plumas y las invitó a un paseo. Las plumas reaccionaron subiéndose a su cuerpo. Y de un salto, la piedra consiguió un vuelo breve, lo justo para saludar al pájaro que se marchaba a la orilla.
21 julio 2008
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